Hoy me levanté pensando en la saga de Cazadores de sombras y en como, hace no mucho tiempo, sacaron la peor serie adaptada de la historia. 

No, pero en serio. No hubo una sola cosa en esa serie que haya estado bien (salvo el actor que interpreta a Alec Lightwood, disculpen). Primero que nada, para la gente que no conozca, un resumen al vuelo: una historia de fantasía urbana con vampiros, tipos encuerados mitad ángeles, hadas, brujos, hombres lobos y creo que podría seguir. Pero vamos a lo principal. Nuestra protagonista es Clary Fray, una chica bastante idiota pero que igual la queremos un montón que vivió toda su vida sobreprotegida por su madre. ¿Por qué? Porque la señora era la puta cazadora de sombras más conocida de todo el mundo de los cazadores de sombras y que tenía que mantenerse escondida por muy buenas razones que no voy a revelar (pa no matar el misterio, ya saben). ¿Qué es un cazador de sombras? Básicamente, un híbrido entre ángeles y humanos que tiene por misión salvar al mundo de demonios (ah si, me había faltado la frutillita del postre. Hay demonios, muchos, por todos lados). 

Como todo buen inicio, Clary no tenía idea del secreto de su madre ni de su verdadera identidad, y aunque siempre había tenido encuentros con el mundo mágico de formas extrañas, su vida pega un giro cuando presencia un asesinato en una discoteca a manos de Jace Wayland, que te lo pintan como el tipo más sexy que vayas a imaginar en tu vida, y que es, además, un cazador de sombras. El mejor mata-demonios, bad boy, sarcástico, irónico y todo lo que incluya la típica fantasía wattpadiense de un tipo malo pero sensible que en el fondo escribe poesía y ama a los gatos (esto no es broma). ¿Resumen del resumen? Por Jace, Clary descubre su identidad y se adentra de lleno en el mundo de los cazadores de sombras.